El niño con déficit atencional (en algunos casos suele llamarse a estos niños “hiperkinéticos”) tiene posibilidades, con la ayuda adecuada, de superar con éxito sus problemas de rendimiento escolar y de adecuación social.
En la actualidad, el interés por saber más sobre el déficit atencional (DA) es creciente; artículos de revistas, periódicos, noticias y charlas abordan el problema como un aspecto interesante en el desarrollo del niño. Tal es así que diversas publicaciones científicas informan, desde distintos ángulos, sobre el niño con problemas de atención, como también sobre los grupos de apoyo, cuya presencia crece a un ritmo asombroso a medida que padres y educadores se comprometen más por ayudar a estos niños y jóvenes en sus responsabilidades escolares.
Mientras la preocupación por el DA aumenta, también lo hacen las controversias que rodean a esta condición en lo que se refiere a sus consecuencias para la vida posterior del individuo. Con respecto a las causas y al tratamiento, pareciera que no todo está claro; asimismo, hay discrepancias que surgen en torno a las necesidades educacionales de estos niños: ¿deben ser objeto de atención especial cuando el rendimiento escolar se encuentra severamente impactado?
Características del déficit atencional
En 1987 el Diagnostic and Statistical Manual lll-R, publicado por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría, definió el DA en dos grandes cátegorias: DA con hiperactividad y DA sin hiperactividad o "indiferenciado". El primero se caracteriza por presentar marcados rasgos de inatención, impulsividad e hiperactividad, pudiendo darse antes de los siete años: persiste por un lapso de tiempo aproximado de seis meses y no se debe, primariamente, a otro problema o circunstancias ambientales (reacción al stress familiar, etc.). El segundo, el DA indiferenciado, se refiere a la misma condición pero sin signos de hiperactividad: por el contrario, éste es un niño aparentemente pasivo pero le cuesta concentrarse en su tareas. Estudios recientes indican que estos últimos tienden a mostrar mayores signos de ansiedad y problemas de aprendizaje que de conducta.
Otras características o rasgos que se presentan en el DA: el niño juega constantemente con manos y/o pies, tiene dificultad para permanecer sentado, se distrae fácilmente, tiene dificultad para respetar turnos en juegos o situaciones grupales, anticipa la pregunta antes de que se le termine de formular, le cuesta seguir instrucciones orales o escritas, se cambia de una actividad a otra sin terminar ninguna, parece no escuchar, pierde cosas constantemente, presenta rasgos de inmadurez.
Ningún niño que presenta DA en alguno de sus grados (leve, moderado, severo) es igual a otro; sin embargo, las características de falta de concentración, hiper/hipo actividad, e impulsividad, son las que siempre sobresalen. Son niños reticentes a participar en actividades grupales, y por lo mismo evitan casi siempre responder a preguntas orales: prefieren estar solos, pasando largos períodos de tiempo en su mundo de "fantasía privada". Son olvidadizos y pierden detalles importantes o esenciales de la información; borran y cambian continuamente lo que hacen y les cuesta hacer "series" (problemas de matemáticas y deletreo). No terminan las tareas sin una supervisión constante.
Prevalencia del déficit atencional
Los estudios de prevalencia sobre este síndrome son escasos, pero se acepta como criterio de esta condición un porcentaje que va entre un 3% y un 5%, siendo más frecuente en los niños varones. Cabe señalar que estas cifras se dan en la población infantil en edad escolar, principalmente en los primeros años de la enseñanza elemental o básica. Solamente en los EE.UU. la cantidad de niños y adolescentes afectados por problemas de DA va desde 1,4 a 2,2 millones.
En los últimos tres a cuatro años han aparecido estadísticas nuevas y que reflejan un incremento en realidades locales, por ejemplo: Nueva Zelanda, 13%; Italia, 12%; España, 16%; Gran Bretaña, 10%; China, 11%; Alemania, 8% (Deckla, 1989; Copeland, 1991).
Causas del DA
Son muchas las interrogantes que se formulan en torno a la causa. En el campo médico se ha asociado el DA, débilmente, a diversas condiciones prenatales y/o trauma perinatal; también se lo explica a la luz de un "retraso maduracional" determinado por la carga genética del organismo. Como factores contribuyentes o intervinientes se mencionan las diversas toxinas ambientales y alergias a ciertos alimentos, como asimismo aquellos derivados de procesos educacionales, reflejados en planes de estudio sobrecargados y metodologías de enseñanza que exacerban problemas atencionales en los niños. Por otro lado, se postula como causa alguna historia familiar para referirse a que el problema se hereda (factores biológicos innatos). Sin embargo, en muchos casos de DA no se presentan antecedentes de esta índole.
Las investigaciones en los últimos años se han inclinado hacia una explicación neurofisiológica, centrándose en las alteraciones bioquímicas del cerebro (neurotransmisor) como causa del DA; supuestas diferencias pueden ser la causa de una deficiente regulación de la atención, o impulsividad y la actividad motora. Un estudio de los años 90 y que marca un hito importante en las investigaciones neurofisiológicas del déficit atencional es el realizado por el Dr. Alan Zametkin y colaboradores en el lnstituto de Salud Mental de los EE.UU. (NlMH). Ellos han descubierto una alteración específica en el metabolismo cerebral de la glucosa que explica las dificultades atencionales.
Identificación del DA
No es una tarea difícil identificar a un niño con DA. Los mismos padres pueden observar señales del problema desde los primeros años. En el colegio el profesor de curso es el primero en darse cuenta, pero le cuesta a menudo precisar un diagnóstico presuntivo. Se da cuenta por las dificultades que presenta el niño en la organización de las tareas escolares, en escuchar las instrucciones o explicaciones, en la escritura y en el inicio y término de sus tareas.
A un nivel de mayor precisión en la identificación y diagnóstico del niño DA se requiere, sin lugar a dudas, una combinación de juicio clínico y evaluaciones objetivas. Ya que existe un alto índice de coexistencia del DA con otros problemas del desarrollo infantil, cualquier diagnóstico debe incluir una evaluación médica, psicológica y educacional. Los estudios de prevalencia son importantes en una primera etapa de la dimensión del DA. También es importante tener y manejar una historia detallada que incluya factores médicos, familiares, sociales y de desarrollo del niño, a objeto de establecer un patrón de cronicidad o grado de DA. Con este fin se recomienda el uso de escalas de DA que puedan ser administradas por profesores, orientadores y padres para evaluar cuantitativamente la normalidad del niño con respecto a su funcionamiento adaptativo en el colegio y en el hogar. La evaluación psicoeducacional se realizará en relación al funcionamiento intelectual, procesos cognitivos (razonamiento, percepción, memoria), lenguaje y rendimiento escolar.
Tratamiento del DA
Se necesita un enfoque multimodal en el tratamiento de DA, orientado a ayudar al niño desde el punto de vista médico, psicológico y educacional. Indudablemente, esto requiere esfuerzos coordinados de un equipo que incluya a padres y profesores, para fijar las metas de un tratamiento, implementar un programa de intervención y evaluar los resultados.
La ayuda médica es de alta importancia, por cuanto ya no se centra exclusivamente en la administración de psicoestimulantes sino que también se prescriben antidepresivos cíclicos que han demostrado tener efectos altamente positivos en ayudar a centrar la atención, controlar la hiperactividad y en destrezas viso-motoras en más de un 80% de niños que presentan DA (Copeland, 1991).
Idealmente, el tratamiento debería incluir consideraciones en torno a problemas de equilibrio psicológico que involucren la autoestima del niño y sus dificultades en la interacción familiar y social. En algunos casos puede ser de mucha utilidad la terapia familiar que, junta con programas de intervención conductual y cognitiva, contribuye a contrarrestar el DA y mejorar las destrezas sociales del niño.
El manejo educacional del niño con DA debiera centrarse, dependiendo de sus necesidades, en la ubicación en el aula, el uso de bastante material audio-visual en la enseñanza, premios a sus esfuerzos, favorecer el trabajo grupal, mantenerlo siempre ocupado y dedicar tiempo a ejercitar la motricidad fina.
Un programa adecuado de intervención y manejo del niño con DA, desde un punto de vista psicopedagógico, debe también cuidar el "estilo de comunicación" con el niño; la pasividad de parte del profesor o padre tiende a menudo a ser ignorada por el niño, mientras que un estilo asertivo de comunicación es mejor entendido. Por otro lado, hay que tener presente que la agresividad en la manera de dirigirse al niño tiende a producir respuestas agresivas. Por lo mismo, hay que usar bastante refuerzo positivo, presentándole alternativas de respuestas junto con esquemas visuales en las explicaciones orales.
En general, diversos especialistas coinciden en que el curriculum escolar es para este niño, o al menos parece serlo, demasiado avanzado para su nivel .de desarrollo neurológico. En educación se sostiene que se les enseña con métodos, neuológicamente hablando, por sobre sus habilidades y destrezas. En consecuencia, al niño con DA le cuesta enfrentar las constantes exigencias para una atención sustentada. En una perspectiva "neurolingüística", la metodología de enseñanza se centra demasiado en estrategias de aprendizaje del hemisferio cerebral izquierdo. Dicho de otro modo, el profesor inadvertidamente exacerba problemas de atención con métodos de enseñanza inapropiados.
Consecuencias del déficit atencional
El DA es una condición que impacta en todos los aspectos de la vida del niño: es también estable, en el sentido de que la mayoría de los que son identificados en la edad escolar mantienen sus parámetros cuando son revaluados en la adolescencia (Barkley, 1990). Hay que tener presente también que el DA no ocurre aislado de otros problemas: muchos pueden presentar problemas conductuales con un pequeño porcentaje de dificultades de aprendizaje (25% de niños con DA pueden ser objeto de atención en educación diferencial). Es un niño de alto riesgo pedagógico, ya que puede también presentar un bajo rendimiento escolar o ser disarmónico en el mismo. Este riesgo, sin embargo, tiende a disminuir si se realiza una identificación, diagnóstico o intervención temprana, incluso a nivel de jardín infantil y/o en los primeros cuatro años de enseñanza general básica. Esto permitirá dar los pasos adecuados para ayudar al niño con DA y a su familia, cuidando su autoestima y evitando patrones crónicos de fustración, desmotivación y posible fracaso escolar.
Con la ayuda correcta, la gran mayoría de estos niños se sobrepone a su problema o llega a compensar esta condición, lo que se traduce en un éxito en la escuela y en sus relaciones sociales. Por el contrario, sin ayuda y sin una identificación temprana, estos niños pueden quedar postergados y disminuidos en su aprendizaje. La experiencia de otros países, principalmente EE.UU., es que con el apoyo multiprofesional adecuado y la colaboración familiar este niño crece y desarrolla la confianza en sí mismo y la autoestima. La autoimagen se torna positiva, aminorándose los problemas emocionales hasta que desaparecen.
RECUERDE
* El déficit atencional no afecta al niño sólo en sus actividades escolares; afecta todos los aspectos de su vida.
* Usted (padre/profesor) debe intentar conocer al niño con DA en todos los aspectos de su dificultad; solamente de este modo puede ayudar al niño en su problema.
* Siempre hay que construir sobre las potencialidades del niño, nunca magnificar que un niño sea DA. Un problema natural del desarrollo infantil no tiene por qué convertirse en algo catastrófico. Con la ayuda multiprofesional estos niños tiene más que una buena oportunidad para crecer felices, saludables y ser individuos productivOS.
COLEGIOS CON LA ESPECIALIDAD DEL DEFICIT ATENCIONAL
Destacado 2006-2007 Colegio Life Support
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